Imagen del Japón en el cambio de siglo
El valle del Jinzü y la maldición del "itai-itai"
La historia de las
intoxicaciones masivas por sustancias químicas vertidas al medio ambiente está
íntimamente ligada al desarrollo industrial, y entre todos los casos
registrados hasta la fecha, quizá uno de las más emblemáticos haya sido el
sufrido por los habitantes de la cuenca del río Jinzü, en la prefectura de
Toyama, en Japón. La razón de ello es que no solo estamos ante uno de los
envenenamientos en los que más tiempo se tardó en descubrir la causa, sino que se
trató de la primera, y única hasta la fecha, intoxicación colectiva por cadmio
que registra la historia.
La cuenca del Jinzü
venía siendo objeto de actividades mineras desde el s VIII, aunque la
producción no comenzó a aumentar en serio hasta el s XVII, primero con la
extracción de plata y luego con la de cobre y de zinc. A finales del XIX, la
explotación se volvió industrial, con grandes hornos que permitieron hacer
frente a la mayor demanda de materias primas como consecuencia de la Guerra
Ruso-Japonesa y de la Primera Guerra Mundial. A partir de entonces, la
producción no paró de aumentar. Aunque la obtención industrial de cadmio no
comenzó hasta 1944, la extracción descuidada del zinc tuvo como consecuencia la
contaminación de los suelos con grandes cantidades de aquel. El cadmio pasaba
al rio, cuya agua, entre otras cosas, se utilizaba para beber y para regar los
campos de arroz a lo largo de su recorrido. El arroz acumulaba el ponzoñoso
metal, que pasaba al organismo de las personas que lo consumían.
Pero, una vez dentro del
cuerpo, el cadmio es químicamente tan parecido al zinc que lo sustituye en los
sistemas enzimáticos que precisan de este último. De hecho, la razón de que el
arroz de la ribera del río Jinzü absorbiese cadmio no era otra que el haberlo «confundido»
con el zinc. En los humanos, el cadmio se concentra sin parar en órganos como el
hígado o los riñones, comenzando a dar síntomas de envenenamiento crónico.
Entre sus principales efectos, los huesos se vuelven débiles y quebradizos,
dando lugar a deformidades y fracturas, aparecen patologías del sistema
inmunitario y también insuficiencia renal. Los niveles elevados de cadmio en el
organismo están incluso asociados con el cáncer de pulmón, no en vano la
concentración de este metal en la planta del tabaco hace que los fumadores
empedernidos pueden llegar a absorber una dosis diaria de cadmio muy superior a
la de una persona normal.
El
gran parecido entre el cadmio y el zinc en cuanto a su comportamiento químico
es también una de las principales razones de que la minería de este último
pueda dar lugar a la contaminación por el primero. De hecho, el cadmio no fue
descubierto hasta 1817 porque siempre se encuentra tan asociado al zinc que los
científicos tardaron mucho tiempo en darse cuenta de que los minerales de este
metal contenían también un elemento diferente.
Los primeros casos de intoxicación
en la prefectura de Toyama aparecieron hacia 1912, sin que llegase a conocerse
la causa. El dolor que sufrían los afectados llegaba a ser incapacitante, como
demuestra el hecho de que a la enfermedad se la bautizase como «itai-itai»
(algo así como «¡ay, ay!). Afectaba
principalmente a mujeres, pero hasta finales de la Segunda Guerra Mundial no
comenzaron las pruebas médicas para determinar la causa de la enfermedad. En
1955 comenzó a sospecharse del cadmio y seis años más tarde se concluyó que una
explotación minera gestionada por la empresa Mitsui Mining and Smelting era la
principal responsable de la contaminación. Las subsiguientes acciones legales
desembocaron en indemnizaciones para las víctimas, que llegaron a contarse por
cientos. La mala noticia es que el proyecto de limpieza de las áreas
contaminadas finalizó en 2012 después de haber costado una auténtica fortuna. La
buena, que desde 1946 no se ha producido ningún nuevo caso de itai-itai, lo cual no es solo un alivio,
sino que demuestra lo importante que es el control de las autoridades sobre una
industria que, muchas veces, primero dispara y luego pregunta.
En cuanto a la minería
del zinc y del cadmio, hoy en día está mucho más controlada en cualquier parte
del mundo, a pesar de lo cual la OMS sigue incluyendo a este último en el
“top10” de asesinos sigilosos. No vaya a ser que alguien, en algún lugar del planeta,
vuelva a gritar desconsoladamente «itai-itai».
¡Hasta pronto!
Nota- Texto adaptado del libro del autor: Esto no estaba en mi libro de historia de la química
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