sábado, 7 de noviembre de 2015

“Wow”, la señal más extraña del firmamento


Impresión original de la señal Wow con la anotación al margen
 
 

“Wow”, la señal más extraña del firmamento


Como es bien sabido, en los años 70 del siglo XX la NASA comenzó el patrocinio de los programas de investigación SETI (*), destinados a la posible detección de emisiones procedentes de civilizaciones extraterrestres. La mayoría de estos programas analizan señales electromagnéticas recibidas por radiotelescopios, con la esperanza de encontrar alguna que muestre las características propias de un mensaje alienígena. A día de hoy, de entre el ingente número de señales recibidas tan solo unas pocas han llegado a ser candidatas, pero ninguna de ellas ha sido observada más de una vez, por lo que su origen artificial no ha podido comprobarse. La más enigmática de estas sospechosas fue la llamada señal “Wow”, detectada el 15 de agosto de 1977, a las 23:16, por el radiotelescopio Big Ear, en Ohio.
Procedente de la zona oriental de la constelación de Sagitario, cerca del cúmulo globular M55, la señal duró 72 segundos y fue registrada en papel por la computadora del laboratorio. Días después, cuando el joven profesor Jerry R. Ehman descubrió la insólita secuencia, no pudo por menos que anotar, preso de la excitación, la célebre expresión al lado de la señal. En efecto, durante el rastreo las señales se traducían a una secuencia de letras y números, cada uno de los cuales indicaba su intensidad. En el caso de Wow, la secuencia "6EQUJ5" en el segundo canal de la computadora implicaba que la señal había alcanzado una intensidad treinta veces superior a la del ruido de fondo, algo que nunca volvería a ser experimentado, ni antes ni después, por el radiotelescopio.
Pero, ¿qué es lo que hacía de Wow una señal tan particular? En primer lugar, la frecuencia utilizada para la escucha era la del hidrógeno neutro, considerada como de utilización probable por parte de una supuesta cultura alienígena para las comunicaciones interestelares, y estaba dentro del espectro donde está prohibida la emisión de radio por las leyes internacionales, lo que casi descartaba una posible contaminación. En segundo lugar, la onda detectada era de un tipo conocido como continua (CW), muy apropiada para ser enviada a largas distancias porque puede ser escuchada a niveles de intensidad muy bajos. Además, la duración de 72 segundos era exactamente la esperada de una señal de origen extraterrestre captada por el Big Ear, ya que coincidía con el período durante el que este radiotelescopio fijo podía observar un punto cualquiera del espacio dada su ventana de observación y el efecto de la rotación de la Tierra. Por último, la señal había sido emitida en un rango de frecuencias mucho más estrecho que el habitual en las fuentes naturales de radiación.
Sin embargo, y a pesar de haberla vuelto a buscar docenas de veces, la misteriosa señal no ha vuelto a ser escuchada, lo que reduce en gran medida las posibilidades de que fuese de origen artificial. Las posibles alternativas, todas ellas sin comprobar, incluyen una emisión de radio de un satélite artificial que atravesase esa órbita en ese instante, el reflejo en la basura espacial de una señal de origen terrestre o un evento astronómico de origen natural y de gran potencia. Las dos primeras posibilidades son poco creíbles, ya que la señal de un satélite se habría detectado repetidamente y ya hemos comentado que no había emisiones de origen terrestre a esa frecuencia.
¿Fue Wow el lejano rescoldo de un acontecimiento catastrófico de origen galáctico, el resultado de una extraordinaria coincidencia de origen artificial terrestre, o la primera llamada de una civilización alienígena, enviada quizás hace eones desde un remoto lugar del cosmos? Puede que nunca lo sepamos. La ausencia de una señal repetida parece apuntar hacia hipótesis alternativas, aunque todas ellas están pendientes de comprobar. Mientras tanto, Wow sigue siendo, y es probable que lo sea durante mucho tiempo, uno de los enigmas no resueltos más conocidos de toda la historia de la ciencia, y quizá lo más cerca que hemos estado hasta ahora de toparnos fuera de nuestro mundo con algo de origen artificial.
¡Hasta la semana que viene!

(*) Siglas en inglés de Search for ExtraTerrestrial Intelligence. Este artículo es una ampliación de parte del material que aparece en nuestro nuevo libro sobre astrobiología y búsqueda de la vida extraterrestre.

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