Página del Konungs skuggsjá
Anclas atrapadas y hombres flotadores (*)
Pocas
historias despiertan tanto interés y han sido objeto de tanta polémica como las
que narran posibles avistamientos de objetos volantes no identificados en
alguna época de nuestro lejano pasado. No obstante, si os da por
investigar el asunto, andaos con ojo, ya que por internet circulan muchas
referencias incorrectas, cuando no completamente falsas.
Sin
embargo, una cuya autenticidad está fuera de duda es la que aparece en el
capítulo XIII de la Otia Imperialia,
la principal obra de Gervasio de Tilbury, en donde se relata un extraño incidente
en el que se habría visto involucrada una nave aérea cuya ancla habría quedado atrapada.
De acuerdo con el relato, el ocupante del barco que habría descendido para
intentar liberar el ancla se habría asfixiado al respirar el aire de nuestra
atmósfera. Por desgracia, y más allá de indicar que se produjo en un día festivo
en Inglaterra, el autor no hace referencia ni al momento ni al lugar en el que
se produjo el suceso. Sin embargo, otra versión de esta historia, que aparece
en el Konungs skuggsjá (“Espejo del
rey”), un texto educativo noruego de mediados de del siglo XIII, afirma que el
incidente tuvo lugar en Irlanda, en un lugar identificado con las ruinas de la
abadía de Clonmacnoise, en domingo. Allí, según el texto, la muchedumbre pudo
observar atónita “…un barco con hombres a
bordo flotando delante del cable del
ancla…”, del cual descendió un hombre cuyos movimientos “…parecían los de un hombre nadando en el
agua…” En esta versión la aventura termina felizmente, ya que el obispo impide que los lugareños
retengan al intruso, advirtiéndoles de que “…eso podría resultar fatal, como si a uno le mantuviesen bajo el agua…”
Para no olvidar el prodigio, y al igual que se relata en el Otia imperialia, parece ser que los
congregados se quedan con el ancla.
Pero
sobre este curioso relato hay todavía una tercera versión, más antigua que
las otras, que puede encontrarse en el Irish
nennius, una de las versiones de la célebre Historia brittonum, escrita alrededor de 1100 y que tanta
influencia tuvo en el desarrollo de las leyendas artúricas. En este caso, el
evento habría tenido lugar en Teltown, también en Irlanda, y el principal
testigo habría sido el rey Congalach, quien gobernó entre 944 y 956. Aquí no
hay un ancla que se queda atrapada, sino un marinero que dispara un dardo
contra un salmón desde el “barco volante”. Cuando uno de los ocupantes del
navío baja a por el dardo, se encuentra con la oposición de un lugareño y se ve
obligado a advertirle de que se está ahogando. Entonces el rey ordena que se le
deje marchar, lo que el intruso hace nadando.
Parece
probable que las versiones alemana y noruega de la historia, separadas por
pocas décadas, se deriven de la primera versión británica, según la cual el
suceso tuvo lugar en el siglo IX. En cualquier caso, todas ellas narran algo
que habría tenido lugar cientos de años atrás, y difieren bastante en los
detalles. Además, tanto el Konungs
skuggsjá como la Otia Imperialia,
sobre todo este último, recogen todo tipo de historias acerca de prodigios y
otras maravillas, por lo que no conviene, ni mucho menos, tomarse las cosas al pie de la letra. De hecho, la obra
de Tilbury, también conocida como el Libro
de las maravillas del mundo, es una miscelánea enciclopédica que incluye
desde apariciones de fantasmas a milagros, pasando por sirenas y hombres lobo,
pues no en vano se trata de un libro destinado al entretenimiento del emperador
Otón IV.
En cualquier caso, la verdadera relevancia de esta curiosa historia,
que en muchos aspectos recuerda al célebre relato de Agobardo y los
“magonianos”, es que muestra, una vez más, cómo la idea de la existencia de
seres procedentes de “más allá de las nubes” estuvo presente en el imaginario
de Occidente durante toda la Edad Media.
¡Hasta pronto!
(*) Esta entrada es un extracto de uno de los capítulos de nuestro próximo libro sobre la historia de la búsqueda de vida extraterrestre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario