jueves, 13 de marzo de 2014


Srinavasa A. Ramanujan
 

El mutante matemático


A principios del siglo XX, una especie de “mutante” de las matemáticas que vivió poco más de 32 años cruzó el ámbito de las ciencias exactas como un meteoro, dejando un asombroso legado que viene siendo estudiado desde hace más de 100 años.
Hijo de un contable y de un ama de casa brahmines de origen tamil, Srinivasa Aiyangar Ramanujan (1887-1920) se topó con las matemáticas a la edad de 10 años y, a partir de entonces, las puso patas arriba como pocas veces se ha hecho a lo largo de la historia. Comparado por muchos con genios del calibre de Gauss o Euler, con solo 13 años el pequeño hindú autodidacta comenzó a desarrollar asombrosos teoremas, terminó sus exámenes escolares de matemáticas en menos de la mitad del tiempo disponible y en sus ratos libres ayudó a su colegio a diseñar un complejo sistema de asignación de alumnos, décadas antes de que se empleasen los ordenadores. Cuando en 1902 le enseñaron a resolver ecuaciones de tercer grado, desarrolló su propio método para resolver las de cuarto y demostró por su cuenta que era imposible resolver las de quinto mediante el empleo de radicales, algo que ya se sabía pero que nadie le había dicho. A los 16 años le prestaron una colección de 5000 teoremas, sin incluir las demostraciones, que suponían un compendio de la sabiduría matemática de la época… y Ramanujan se entretuvo demostrando todas las fórmulas.
Como solo le interesaban las matemáticas, no consiguió graduarse en ninguna institución y siguió trabajando en las ciencias exactas por su cuenta, a menudo pasando hambre. El fundador de la Sociedad Matemática de la India se negó a darle un trabajo de bajo nivel porque no quería que ello interfiriese en la extraordinaria creatividad de Ramanuján. Algunos de los grandes matemáticos hindúes a los que envió sus trabajos confesaban que no los entendían y creían que no eran suyos. Finalmente, consiguió un empleo y algo de financiación, empezando a publicar artículos. En ocasiones planteaba problemas a la comunidad matemática hindú que terminaba por solucionar él mismo después de que transcurriesen meses sin recibirse respuesta alguna, dada la dificultad que presentaban.
En 1913, sus amigos le ayudaron a entrar en contacto con los mejores matemáticos británicos de la época. Cuando Geoffrey Hardy (1877-1947) tuvo delante alguno de los increíbles teoremas del joven genio, confesó que “nunca antes había visto algo así”. Liderados por Hardy, los ingleses le concedieron una beca y lo convencieron para visitar Cambridge, dejando a su familia en la India. En Inglaterra, sus nuevos colegas mejoraron la formación académica de Ramanujan, mientras se asombraban de la increíble producción matemática del hindú, que rompía continuamente las barreras de la investigación entregando maravillas que abrían campos enteros del conocimiento. Tras doctorarse, Ramanujan fue elegido miembro de la “London Mathematical Society” y, acto seguido, de la “Royal Society”, siendo uno de los más jóvenes de su larga historia. Finalmente, y debido  en parte a su obsesión por las matemáticas, cayó enfermo y murió tras regresar a la India, en 1920.
Convertido en un símbolo de la ciencia y las matemáticas en su país, el talento de Ramanujan desafía toda descripción. Muchas de sus fórmulas tuvieron que ser investigadas en profundidad después de su muerte para entender lo que en ellas se proponía. Tenía una habilidad extraordinaria para solucionar problemas complicados casi de inmediato y sus memorables trabajos desembocaron en múltiples líneas de investigación, algunas de las cuales se encuentran hoy en día en la vanguardia del estudio de las ciencias exactas.
Como muestra del genio incomparable del hindú, Hardy relató en una célebre anécdota como durante una de sus visitas le comentó de pasada que el taxi que le había traído llevaba el número de registro 1729, a lo que Ramanujan contestó de inmediato:
“¡Qué número tan interesante! Es el más pequeño que se puede expresar como la suma de dos cubos de dos maneras diferentes” (*)

Hardy, que era un excelente matemático, necesitó 6 meses para demostrarlo…
¡Hasta la semana que viene!

(*) 1729 es igual a 13 + 123, y también a 93 + 103 siendo, efectivamente, el número más bajo que presenta esta propiedad.

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