martes, 9 de julio de 2013


Bertoldo el Negro: ¿El monje alquimista que nunca existió?

En un principio, la pólvora, introducida en Europa por los árabes y los bizantinos durante el siglo XIII, solamente se usaba para disparar metralla mediante tubos de madera, de un modo parecido al que se utiliza hoy en día para los fuegos artificiales. Entonces, según la tradición alemana, a principios o mediados del siglo XIV Bertoldo el Negro (Bertholdus Niger o Berthold Schwarz), un monje alemán originario de Colonia o Friburgo que practicaba la alquimia, habría experimentado con ella como impelente para armas de mayor calibre y potencia, dando de esta forma el último paso decisivo para el desarrollo de las armas de la artillería.
Bertoldo habría intentado obtener oro a partir de salitre, azufre, plomo  y aceite, pero al no conseguirlo habría sustituido el plomo por carbón vegetal, pasando a experimentar con los explosivos. Lo cierto es que los anales de la ciudad de Gante mencionan el empleo de armas de fuego en Alemania en 1313, mientras que el primer relato fidedigno de su utilización en combate por parte de militares de origen germano procede de un asedio que tuvo lugar en el noreste de Italia en 1331, todo lo cual daría credibilidad a la responsabilidad del monje-alquimista.
Sin embargo, cuando se bucea un poco en el tema todo resulta confuso. En primer lugar, los primeros escritos conservados que atribuyen a Bertoldo el descubrimiento y aplicación de la pólvora de forma independiente son ya del siglo XV, es decir, posteriores al menos en varias décadas al supuesto monje alemán, no existiendo ninguna fuente contemporánea al mismo. En segundo lugar, hay muchas discrepancias en las fechas que se han sugerido para el supuesto descubrimiento, y que se extienden a lo largo de casi todo el siglo XIV. Por otra parte, si bien algunos investigadores identifican a Bertoldo con personajes históricos, como Bertold von Lützelstetten o Konstantin Angeleisen (ejecutado en Praga por alquimista en 1388), otros muchos consideran que se trata de un personaje totalmente ficticio. En este sentido, apuntan a que el sobrenombre “el negro” es una referencia bien al color de su hábito, bien a la pólvora negra o a la práctica de las “artes negras”, cuando no un símbolo de la llamada “preparación de las tinieblas”, un legendario procedimiento empleado por los alquimistas medievales.
Sea cual sea la verdad, conviene recordar que el empleo de armas de fuego en combate por parte de los andalusíes también está documentado en España desde mediados del siglo XIV, habiendo quien sugiere que hay indicios de su presencia desde finales del siglo anterior.

¡Hasta la semana que viene!

 Nota- Texto adaptado del libro del autor: Esto no estaba en mi libro de historia de la química

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