El segundo ataúd de la serie. Foto cortesía del Human Provincial Museum
La momia a la que le hicieron la autopsia
En 1971, los trabajadores chinos que cavaban un
refugio antiaéreo en la región de Changsha se toparon con un gigantesco mausoleo
de la época de los Han (190-168 a.C.), en el que los arqueólogos encontraron
los restos del gobernador de Dai y de los miembros de su familia. El recinto
estaba repleto de hermosos objetos que delataban la privilegiada posición
social de sus ocupantes y que ampliaban nuestros conocimientos sobre la
dinastía de los Han de una forma totalmente inesperada, pero nada
llamó más la atención de los investigadores que la extraordinaria tumba de Xin
Zhui, la esposa del gobernador.
A doce metros de profundidad, dentro del último de
cuatro ataúdes rectangulares de madera sellados con laca, colocados uno dentro
de otro a la manera de las muñecas rusas y enterrados bajo varias capas de
carbón y de arcilla blanca, se encontraba el cuerpo embalsamado de la dama Dai, envuelto en veinte capas de
tejido unidas por cintas de seda. Pero lo que allí había no era un esqueleto, ni siquiera
una momia normal. Se trataba de un fantasmal cadáver que mantenía la piel
elástica y húmeda, músculos casi intactos que permitían flexionar los brazos y
las piernas por las articulaciones, y ¡abundantes restos de sangre todavía en las venas!
Tan increíble era el estado de conservación de Xin Zhui que fue posible hacerle
la autopsia, comprobándose con asombro que el estado de su cuerpo se
correspondía casi con el de una persona que acababa de morir. Todos sus órganos
estaban virtualmente intactos, y se encontraron semillas de melón dentro de su
aparato digestivo. Como consecuencia de la autopsia, los forenses descubrieron
que la mujer había fallecido con 50 años como consecuencia de un ataque al
corazón, y que sufría del hígado, tenía diabetes, hipertensión, obesidad, cálculos
biliares y un elevado nivel de colesterol.
¿Cómo pudieron los antiguos chinos
conseguir un grado de conservación semejante, muy superior a lo mejor que
pudieron ofrecer los mismísimos egipcios? Además del envoltorio de seda, el
cuerpo había estado sumergido en una misteriosa disolución que contenía
magnesio, ligeramente ácida y probablemente capaz de esterilizar en parte la
piel y las mucosas del cadáver, aunque es improbable que por sí sola pudiese mantener el
cuerpo sin pudrirse durante tanto tiempo. Los ataúdes habían sido colocados en
una bóveda en forma de embudo forrada de arcilla, rodeados de cinco toneladas
de carbón que absorbían la humedad. La tumba se encontraba doce metros bajo
tierra, recubierta de más de medio metro de arcilla y capas adicionales de tierra
apisonada. De esta forma, mientras que el cuerpo se mantenía en un ambiente
húmedo, ni el aire ni el agua podían filtrarse desde el exterior. Quizá por
ello, las bacterias capaces de soportar la acidez de la
disolución salina no habían sobrevivido mucho tiempo a la falta de oxígeno y,
por tanto, el cuerpo se mantuvo prácticamente intacto durante milenios.
El descubrimiento de la increíble momia de Xin
Zhui, uno de los más importantes de todo el siglo XX, no solo enseñó al mundo
que también los antiguos chinos sabían conservar cadáveres, sino que también ha
servido para mejorar lo que sabemos de cómo cuidar las momias. Por ejemplo, en
2003 los científicos introdujeron una solución especial en los vasos sanguíneos
de la dama Dai con objeto de ayudar a
preservarla, y desde entonces continúan con sus experimentos. Con el tiempo,
los arqueólogos han encontrado otros cuerpos de la misma época conservados de
la misma forma y con los mismos métodos, con resultados igual de impresionantes.
Pero la verdad es que, a día de hoy, nadie sabe a ciencia cierta cómo las técnicas
utilizadas en la China de los Han pudieron garantizar que algunos ricos
dignatarios y sus familias pudieran acercarse tanto a su propio concepto de la
inmortalidad.
¡Hasta pronto!
Nota- Una versión de este artículo aparece en el texto del libro "La ciencia de la inmortalidad", obra del autor.
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