Mature y Lamarr en un fotograma de Sansón y Dalila
Wi-fi, torpedos y una ingeniera en Hollywood
Dirigida en 1949 por Cecil B. DeMille y protagonizada por Hedy Lamarr y
Victor Mature, Sansón y Dalila es una
de esas películas que se proyectan todos los años durante la Semana
Santa. Sin embargo, pocos conocen los detalles de la increíble historia de la
protagonista, una de las mujeres más inteligentes y de más talento de todo el
siglo XX.
Nacida en Viena en 1914, Hedwig Eva Maria Kiesler era la hija superdotada
de un banquero y una pianista de origen judío. Había empezado la carrera de
ingeniería con 16 años pero, siendo su auténtica pasión la interpretación, pasó
acto seguido a convertirse en actriz. La que, en palabras del director Max
Reinhardt, era “la mujer más hermosa de
Europa”, protagonizó en 1933 Éxtasis,
considerada la primera película no pornográfica del mundo donde la
protagonista simulaba un orgasmo de forma explícita y aparecía completamente
desnuda enfrente de la cámara.
Locamente enamorado de ella, Fritz Mandl, un riquísimo magnate del armamento
amigo de Hitler y Mussolini, arregló con los padres de la Kiesler un matrimonio
en contra de su voluntad. Extremadamente celoso, Mandl mantenía a la bella
austriaca enclaustrada en su castillo casi como una prisionera, interrumpiendo
su carrera cinematográfica e intentando por todos los medios secuestrar todas
las copias existentes de Éxtasis.
Obligada a asistir a cenas con los jerarcas fascistas y a reuniones con
científicos e ingenieros, la más que inteligente señora Mayer se hizo pasar por tonta,
aprovechando la ocasión para recopilar información privilegiada sobre la más
avanzada tecnología militar de la época, cuyos detalles transmitió con
posterioridad al gobierno norteamericano. Finalmente, harta de su marido y de
los nazis, protagonizó una huida rocambolesca haciéndose pasar por una
sirvienta a la que sedujo y, al parecer, escapando de los guardaespaldas de
Mandl por la ventana del baño de un restaurante. Una vez libre, desde Austria viajó
a Paris y después a Londres, donde conoció a Louis B.Mayer, dueño de la Metro
Goldwyn Mayer, al que convenció con facilidad de estar ante la próxima estrella
del séptimo arte. A partir de 1938, y ya bajo el nombre por el que es recordada,
la formidable Hedy Lamarr se convirtió en una de las actrices más famosas del Hollywood
dorado de la década de los 40. Con su exótica belleza protagonizó casi 30
películas, convirtiéndose en una celebridad y cautivando a una generación
entera de hombres. Muchos fueron los soldados aliados que llevaron su foto o su
nombre tatuado durante el transcurso de la Segunda Guerra Mundial, ya fuese en las trincheras europeas o en los archipiélagos del Océano Pacífico.
Pero además, y por increíble que parezca, mientras actuaba y se convertía en madre de dos niños la
antifascista Lamarr se dedicó nada menos que a pensar en cómo los aliados
podían eludir las contramedidas electrónicas que usaban los alemanes para
bloquear los torpedos controlados por radio. Con ayuda de un vecino que era
compositor de vanguardia y que había experimentado con un mecanismo automático
para las teclas del piano, la genial ingeniera de telecomunicaciones desarrolló
la crucial idea del “salto de frecuencias”, basada en suministrar al torpedo
una secuencia establecida por el emisor de manera que para el enemigo
resultase poco menos que imposible escanearla (1).
El asombroso invento fue inmediatamente catalogado como “secreto” por el gobierno
norteamericano, pero las dificultades para ponerlo en marcha con la tecnología
disponible en los años 40 hicieron que su utilización se postergase hasta 1962,
durante la crisis de los misiles en Cuba, cuando, por desgracia para ella, la
patente registrada por la antigua actriz ya había expirado. Con posterioridad, su sistema de “salto de
frecuencias” ha sido uno de los fundamentos del desarrollo de toda la moderna
tecnología de comunicaciones en banda ancha, incluyendo el Bluetooth y el
COFDM, el método de codificación utilizado en las redes Wi-fi, la televisión
digital, el acceso ADSL a Internet o los móviles 4G. En 1997, la “Electronic
Frontier Foundation” concedió un premio especial a la bella ingeniera por su
descubrimiento de juventud. En los países de habla germana, el día del inventor
se celebra en su fecha de nacimiento.
Tras una larga vida en la que, entre otras cosas, trabajó en inventos de
cosmética, collares para perros, semáforos o cambios del diseño del Concorde,
Hedy Lamarr falleció en el año 2000, después de años de litigar por la
protección de sus derechos de imagen y para defenderse de acusaciones de
cleptomanía. Estuvo casada seis veces, pero nunca fue feliz del todo. Como dijo
en una ocasión, “tengo que dejar de
casarme con hombres que se sientan inferiores a mí”.
Así que la próxima vez que veáis Sansón
y Dalila mientras chateais por Internet, mostrad un poco de respeto. Después de todo, la morena explosiva que le toma el pelo a Sansón es
la responsable de que os estéis conectando a la Wi-fi…
¡Hasta la semana que viene!
(1)
Lamarr ofreció sus servicios como ingeniera a su país
adoptivo en repetidas ocasiones, pero el gobierno norteamericano prefirió
utilizar su belleza y popularidad, ofreciendo, por ejemplo, un beso de la hermosa actriz por
la compra de 25,000 $ en bonos de guerra. En una sola noche se recaudaron siete
millones…