viernes, 8 de mayo de 2015


La xilografía de Hans Glaser, tal y como se conserva en Zúrich
 
 

La “batalla” del cielo de Núremberg


De acuerdo con lo reflejado en una famosa xilografía confeccionada en Alemania por el grabador e impresor Hans Glaser, entre las 4 y las 5 de la mañana del 14 de Abril de 1561 tuvo lugar frente a la ciudad de Núremberg un extraño fenómeno celeste, que ha sido interpretado por muchos como una prueba irrefutable de la visita de naves extraterrestres a nuestro planeta. En efecto, según la descripción de Glaser, un gran número de personas pudo contemplar aquel día  cómo durante la salida del Sol:
“Primero el sol mostró y fue visto con dos trazos de color sangre, medio redondos como la luna menguante directamente a través del sol, y en el sol, encima, debajo y a ambos lados destacaban orbes redondos de color sangre y en parte azulados o del color del hierro, también negros. Lo mismo a ambos lados y en placas circulares alrededor del Sol- había semejantes orbes de color sangre y los otros en gran número, colocados tres en fila, algunas veces cuatro en cuadrado, también muchos solos. Y entre tales orbes se han visto muchas cruces de color sangre, y entre tales cruces y orbes había tiras de color sangre…Mezclados junto con otros destacaban dos tubos grandes, uno a la derecha y otro a la izquierda, en estos pequeños y grandes tubos había tres, cuatro o más orbes. Estos comenzaron a luchar todos juntos, los orbes en el Sol se movieron hacia los que estaban a los lados, de modo que, los que estaban fuera, entraron junto con los orbes fuera de los tubos grandes y pequeños dentro del sol. También los tubos se movieron unos hacia los otros como los orbes y todos lucharon y batallaron unos con otros durante cerca de una hora. Y después de la batalla, que se desplazó durante un rato dentro y otra vez fuera del sol de un lado a otro con la mayor violencia, agotado el uno por el otro, todo cayó (como se ha dibujado arriba) desde el sol y el cielo a la tierra, como si ardiese todo junto y desapareció poco a poco sobre la tierra en una gran humareda. Después de estos sucesos, se ha visto algo como una lanza negra de gran longitud y grosor, el eje desde donde sale el sol y la cabeza hacia donde se pone…
¿Estamos pues ante la descripción de una auténtica “batalla celeste” entre naves alienígenas, en la más pura tradición de Star wars? El sentido común nos dice que parece raro que un combate de semejante magnitud y duración fuese observado solo desde Núremberg y que no se haya conservado resto alguno de las supuestas naves siniestradas. Además, nótense las continuas referencias a la simetría del fenómeno, así como la aparente ausencia de ruido, algo insólito en una confusa batalla. Pero, si no se trató de un combate aéreo, ¿qué fue lo que sucedió aquella mañana?
El análisis detallado de la descripción que da Glaser apunta a un fenómeno atmosférico conocido como “parhelio”, en el que partículas de hielo acumuladas en nubes altas actúan a modo de prismas, reflejando y refractando la luz de modo que se observan manchas brillantes de colores, que en muchos casos se asemejan a esferas o a cruces(*). En las mañanas frías de las altas latitudes de Europa Central, este infrecuente fenómeno no es excepcional, y los reflejos, que incluyen arcos, halos, “tiras” y “orbes” de distintos colores, se sitúan alrededor del astro de forma simétrica y luego se van desplazando a medida que el sol se eleva en el firmamento, algo que puede explicar los movimientos descritos por los testigos, ya que el relato no menciona que los objetos disparasen rayos o proyectiles, sino que parecían dirigirse los unos hacia los otros. La curiosa “lanza negra” y la “humareda” se asocian también a filamentos que se producen en las nubes cargadas de cristales, así como a las sombras que proyectan.
En la época en la que se produjo el avistamiento, que por supuesto fue interpretado en su día en términos religiosos, las xilografías hacían a menudo las veces de lo que hoy se conoce como prensa sensacionalista, centrándose en la descripción de fenómenos e incidentes extraños o de carácter violento. En este sentido, las ilustraciones que acompañaban a los textos estaban diseñadas para impresionar a la audiencia, incluyendo elementos de la propia cosecha del autor que servían para enriquecer la historia, haciéndola más atractiva y permitiendo la venta de más copias. De hecho, cerca de la cuarta parte de los sucesos narrados en estos auténticos “tabloides” del siglo XV hacían referencia a auroras boreales y otros fenómenos atmosféricos a los que podía dotarse de un sentido religioso, algo que convenía mucho a una Iglesia en guerra con la reforma protestante.
Por tanto, puede decirse casi con toda seguridad que la célebre “batalla de Núremberg” no fue más que un fenómeno atmosférico sorprendente al que la ambición de los editores y el pensamiento mágico típico de la época adornaron con una aureola de misterio. El mismo misterio que hoy en día los apóstoles de las pseudociencias siguen vendiendo a los incautos que tienen un conocimiento insuficiente de la verdadera realidad, esa que no necesita disfrazarse de nada para resultar de por si fascinante.
¡Hasta la próxima!
(*) De hecho, varios documentos medievales representan este fenómeno en forma de arcos y de cruces que rodean al astro rey.

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