viernes, 11 de abril de 2014

Vidocq, el legendario


Retrato de Vidocq, el primer detective privado
 

Vidocq, el legendario

Si hay un nombre asociado con la ciencia y envuelto en las brumas de la leyenda, es sin duda el de Eugène François Vidocq, el enigmático espía, policía y detective francés que inspiró a Victor Hugo para crear los personajes principales de Los Miserables, a Edgar Allan Poe para dar forma a su detective Auguste Dupin y a Sir Arthur Conan Doyle para desarrollar la personalidad del más famoso investigador de ficción de todos los tiempos, el célebre Sherlock Holmes.
 
Nacido poco antes de la Revolución Francesa, Vidocq tuvo una vida de película en una época extremadamente turbulenta. Maestro consumado del disfraz, camorrista y mujeriego, en su juventud se alistó como soldado, cambiando de uniforme como quien cambia de camisa (*). Fue encarcelado varias veces por contrabando, deserción, comportamiento incívico y espionaje, pero siempre eludió la guillotina consiguiendo indultos o huyendo disfrazado de cualquier cosa, desde oficial de marina a monja. Finalmente, para escapar de una condena a galeras se ofreció a la policía francesa como informante y espía.
 
A partir de 1811, y ya desde el bando legal, Vidocq empezó a desarrollar las técnicas de criminalística que le harían célebre en el mundo entero. En una época en donde la investigación se basaba todavía en gran medida en delaciones y confesiones, muchas de ellas falsas, el genial detective francés introdujo meticulosas técnicas de análisis que revolucionaron para siempre la disciplina. Para empezar, elaboraba detallados informes de los rasgos físicos y modus operandi de los sospechosos y de sus acompañantes, inflitrándose entre ellos mediante asombrosas técnicas de caracterización. Cuando llegaba a la escena de un crimen, ordenaba que nadie tocase nada hasta que se hubiese realizado un examen exhaustivo y una recogida de pruebas, incluyendo moldes de pisadas, objetos manchados de sangre y fragmentos de todo tipo. Si el crimen lo había producido un arma de fuego, daba orden de extraer la bala del cadáver para cotejarla con los proyectiles de otras pistolas.
 
Tal fue el éxito de sus novedosas técnicas, que el gobierno francés amplió sus competencias y le dotó de todo tipo de medios, organizando bajo su mando la “Brigade de la Sûreté”, la primera agencia de seguridad del mundo propiamente dicha, germen de la policía y de los servicios de espionaje modernos. Admirado y temido por igual, a lo largo de su carrera recibió tantos elogios como despertó envidias y resentimientos. Además de para descubrir y arrestar a criminales, los gobernantes de Francia utilizaron sus servicios para combatir a los insurgentes y a la disidencia, lo cual le acarreó no pocas críticas.
 
Algunos de sus métodos, como el empleo de ex-convictos para que le ayudasen, forzaron su dimisión en 1832, pero eso no terminó con la carrera de Vidocq, quien acto seguido fundó la primera agencia privada de detectives de la historia. A partir de ese momento, sus brillantes intervenciones se vieron entorpecidas por continuos problemas con la policía, harto de los cuales se retiró de la investigación activa, dedicando sus últimos años a escribir.
 
Cuando falleció en 1857, el mundo de la investigación criminal había cambiado para siempre, y ya nunca abandonaría el enfoque cuyas técnicas y procedimientos desembocaron más adelante en lo que ha venido a denominarse como “policía científica”. A pesar de lo mucho que se ha exagerado escribiendo sobre él, puede decirse que los modernos archivos policiales,  la toma de huellas dactilares, la balística, la antropología forense o las modernas técnicas de identificación por ADN tienen su origen en este antiguo soldado de fortuna que hizo del disfraz un arte y que metió de lleno la ciencia en la investigación policial.
 
¡Hasta la semana que viene!
 
(*) Hay evidencias de que Vidocq militó  tanto en el ejército francés como en el austríaco, utilizando identidades distintas.

viernes, 28 de marzo de 2014


Imagen de los muros vitrificados
 

Las extrañas fortalezas vitrificadas 

Entre los años 700 y 300 antes de nuestra era fueron construidos en Escocia un gran número de fuertes, muchos de ellos en lo alto de colinas, con muros hechos de piedras apiladas sin mortero. Hasta aquí, nada extraordinario. Sin embargo, la impresión cambia por completo cuando un examen detenido revela que muchas de las piedras que constituyen los muros están fundidas entre ellas, con zonas convertidas en una especie de asfalto o vidrio, donde los restos de lo que sin duda fueron burbujas de aire y gotas de roca fundida dan fe de que las piedras fueron sometidas a temperaturas que dieron lugar a un proceso de vitrificación. Durante los últimos 3 siglos, los arqueólogos han tratado de dar respuesta a los interrogantes que suscitan las murallas de las antiguas fortalezas escocesas. ¿Quién las construyó? ¿Cómo consiguieron vitrificar la piedra?
La datación de los fuertes los sitúa en mitad de la Edad del Hierro británica, una época en la que los métodos de fundición de los metales, que requieren altas temperaturas, ya eran bien conocidos. Por tanto, las tecnologías básicas para provocar la vitrificación estaban sin duda disponibles. Además, con posterioridad se han encontrado fortalezas de aspecto similar datadas en la Edad Media e incluso algunas en otras partes de Europa. Experimentos realizados en los años 30 del siglo pasado han demostrado que la base de murallas confeccionadas siguiendo el modelo de la antigüedad presenta vitrificación cuando se queman madera y arbustos a su alrededor durante varias horas. Bajo el influjo del fuego, la roca se funde parcialmente al alcanzar temperaturas de hasta 1200 ºC. No obstante, ninguno de los experimentos llevados a cabo hasta la fecha ha conseguido reproducir con exactitud el modelo y pautas de vitrificación que muestran los fuertes escoceses, por lo que siguen sin conocerse los detalles del procedimiento utilizado.
Algunos investigadores han propuesto la utilización de algo parecido al famoso “fuego griego” para provocar el proceso, pero no hay indicio alguno de que se utilizasen hidrocarburos (*) en Escocia en aquella época y, tal como hemos visto, había disponibles tecnologías más sencillas y seguramente más eficaces para fundir la roca. Por su parte, medios pseudocientíficos llevan décadas afirmando que los fuertes se fundieron como consecuencia de explosiones atómicas, cuando lo cierto es que no se han encontrado en la zona niveles de radiación superiores a los normales ni las rocas vitrificadas (que tampoco son todas) muestran en su composición o su forma las señales de haber sido sometidas a temperaturas miles de veces superiores a las necesarias para desencadenar la vitrificación.
Por tanto, aunque todavía desconocemos el procedimiento exacto que utilizaron, no parece haber ningún misterio en cuanto a la tecnología empleada por los antiguos habitantes de Escocia.  Por el contrario, el verdadero enigma que se esconde detrás de estas murallas es el motivo por el que se vitrificaron los fuertes. Podría pensarse que las murallas se quemaron como consecuencia de un ataque, pero la vitrificación no las rompió ni las hizo más fáciles de escalar, por lo que no parece que fuese de ninguna utilidad para un supuesto atacante. Tampoco pueden ser consecuencia de incendios fortuitos, porque casi todas las fortalezas están localizadas en un espacio limitado, lo que parece delatar un esfuerzo premeditado para vitrificarlas. Además, se han encontrado evidencias de que, al menos en algunos casos, la vitrificación se produjo desde el interior, probablemente durante la construcción de los muros. Sin embargo, el tratamiento tampoco hace a las murallas más fuertes o más difíciles de superar, por lo que la auténtica razón de haberlas sometido a este proceso continúa siendo un misterio. Se ha propuesto que pudo tratarse de una práctica ceremonial, o incluso del intento deliberado de destruirlas una vez conquistadas, pero no se han presentado pruebas de ello.
¿Hay algo que se nos escapa en las enigmáticas fortalezas vitrificadas de Escocia? El tiempo lo dirá. Mientras tanto, si viajáis a este país no dejéis de visitarlas.
¡Hasta la semana que viene!
(*) Aunque fundamentalmente utilizado por los bizantinos en la Edad Media, hay indicios de que los antiguos atenienses pudieron emplear algo parecido al "fuego griego", una mezcla de hidrocarburos probablemente procedente de pozos naturales de Oriente Medio. La gran distancia a la que se encuentra Escocia hace poco probable que se produjese una transferencia de esta tecnología.

jueves, 13 de marzo de 2014


Srinavasa A. Ramanujan
 

El mutante matemático


A principios del siglo XX, una especie de “mutante” de las matemáticas que vivió poco más de 32 años cruzó el ámbito de las ciencias exactas como un meteoro, dejando un asombroso legado que viene siendo estudiado desde hace más de 100 años.
Hijo de un contable y de un ama de casa brahmines de origen tamil, Srinivasa Aiyangar Ramanujan (1887-1920) se topó con las matemáticas a la edad de 10 años y, a partir de entonces, las puso patas arriba como pocas veces se ha hecho a lo largo de la historia. Comparado por muchos con genios del calibre de Gauss o Euler, con solo 13 años el pequeño hindú autodidacta comenzó a desarrollar asombrosos teoremas, terminó sus exámenes escolares de matemáticas en menos de la mitad del tiempo disponible y en sus ratos libres ayudó a su colegio a diseñar un complejo sistema de asignación de alumnos, décadas antes de que se empleasen los ordenadores. Cuando en 1902 le enseñaron a resolver ecuaciones de tercer grado, desarrolló su propio método para resolver las de cuarto y demostró por su cuenta que era imposible resolver las de quinto mediante el empleo de radicales, algo que ya se sabía pero que nadie le había dicho. A los 16 años le prestaron una colección de 5000 teoremas, sin incluir las demostraciones, que suponían un compendio de la sabiduría matemática de la época… y Ramanujan se entretuvo demostrando todas las fórmulas.
Como solo le interesaban las matemáticas, no consiguió graduarse en ninguna institución y siguió trabajando en las ciencias exactas por su cuenta, a menudo pasando hambre. El fundador de la Sociedad Matemática de la India se negó a darle un trabajo de bajo nivel porque no quería que ello interfiriese en la extraordinaria creatividad de Ramanuján. Algunos de los grandes matemáticos hindúes a los que envió sus trabajos confesaban que no los entendían y creían que no eran suyos. Finalmente, consiguió un empleo y algo de financiación, empezando a publicar artículos. En ocasiones planteaba problemas a la comunidad matemática hindú que terminaba por solucionar él mismo después de que transcurriesen meses sin recibirse respuesta alguna, dada la dificultad que presentaban.
En 1913, sus amigos le ayudaron a entrar en contacto con los mejores matemáticos británicos de la época. Cuando Geoffrey Hardy (1877-1947) tuvo delante alguno de los increíbles teoremas del joven genio, confesó que “nunca antes había visto algo así”. Liderados por Hardy, los ingleses le concedieron una beca y lo convencieron para visitar Cambridge, dejando a su familia en la India. En Inglaterra, sus nuevos colegas mejoraron la formación académica de Ramanujan, mientras se asombraban de la increíble producción matemática del hindú, que rompía continuamente las barreras de la investigación entregando maravillas que abrían campos enteros del conocimiento. Tras doctorarse, Ramanujan fue elegido miembro de la “London Mathematical Society” y, acto seguido, de la “Royal Society”, siendo uno de los más jóvenes de su larga historia. Finalmente, y debido  en parte a su obsesión por las matemáticas, cayó enfermo y murió tras regresar a la India, en 1920.
Convertido en un símbolo de la ciencia y las matemáticas en su país, el talento de Ramanujan desafía toda descripción. Muchas de sus fórmulas tuvieron que ser investigadas en profundidad después de su muerte para entender lo que en ellas se proponía. Tenía una habilidad extraordinaria para solucionar problemas complicados casi de inmediato y sus memorables trabajos desembocaron en múltiples líneas de investigación, algunas de las cuales se encuentran hoy en día en la vanguardia del estudio de las ciencias exactas.
Como muestra del genio incomparable del hindú, Hardy relató en una célebre anécdota como durante una de sus visitas le comentó de pasada que el taxi que le había traído llevaba el número de registro 1729, a lo que Ramanujan contestó de inmediato:
“¡Qué número tan interesante! Es el más pequeño que se puede expresar como la suma de dos cubos de dos maneras diferentes” (*)

Hardy, que era un excelente matemático, necesitó 6 meses para demostrarlo…
¡Hasta la semana que viene!

(*) 1729 es igual a 13 + 123, y también a 93 + 103 siendo, efectivamente, el número más bajo que presenta esta propiedad.

jueves, 27 de febrero de 2014

Hans Hörbiger con su barba característica
 

El profeta del fuego y el hielo


Además de un buen ingeniero, el austríaco Hans Hörbiger fue un curioso pseudocientífico mesiánico que opinaba que “la ciencia objetiva es un invento pernicioso” o que “las matemáticas son una mentira sin ningún valor”. Luciendo una inmensa barba blanca que le daba el aspecto de un profeta furioso, en la década de los 20 del siglo pasado desató una auténtica yihad para defender su  extravagante “cosmogonía glacial”, una rara mezcla de ciencia y misticismo que, en una época donde la cosmología no estaba plenamente desarrollada, consiguió atraer la atención de millones de personas, incluyendo a lo más granado del movimiento nazi.
Al ser consecuencia de supuestas “visiones” y no de experimentos rigurosos,  la teoría de Hörbiger era un compendio de disparates. Según ella, el hielo es la sustancia básica responsable de todos los procesos del universo, encontrándose en lucha perpetua con el fuego. Esta lucha regiría no solo la física, sino también la vida y la historia de la humanidad. En el espacio, enormes bloques de hielo forman lo que llamamos Vía Láctea. El sistema solar se formó cuando uno de estos gigantescos bloques chocó contra nuestra estrella. La Luna es un bloque de hielo y nuestro planeta ha tenido antes otros satélites del mismo material, todos los cuales se han terminado estrellando contra él, dando lugar a catástrofes como el fin de la Atlántida y el Diluvio universal. Los movimientos de estos astros de hielo provocan mutaciones y nuevas razas, unas superiores y otras “inferiores” que se disputan la supremacía.
Por extraño que pueda parecer, muchos de los principales miembros del incipiente partido nazi abrazaron esta extravagante doctrina con entusiasmo, en parte porque concordaba con sus postulados racistas y en parte porque proporcionaba una alternativa a las teorías de lo que ellos consideraban como “ciencia judeo-liberal”. Hombres como Houston S. Chamberlain, que tuvo una enorme influencia sobre Alfred Rosenberg, Adolf Hitler y otros ideólogos tempranos del nazismo, la apoyaban con entusiasmo. Está documentado que Hitler sentía por Hörbiger una especie de veneración, y que muchos de los jerarcas nazis se referían a él abiertamente como “el Copérnico  del siglo XX”.
Contando con el respaldo de sus peligrosos amigos, el barbado profeta se embarcó en una política muy agresiva hacia la ciencia oficial. A los panfletos, libros y conferencias se unieron presiones y amenazas a los científicos ortodoxos, que se intensificaron después de la muerte de Hörbiger en 1931. Himmler, el jefe de las SS cuyo pensamiento estaba plagado de ocultismo, promocionó la doctrina del hielo de muy buen grado, y existen pruebas documentales de que la Oficina del Reich para el Servicio Meteorológico la utilizó sin reservas. En el colmo del desvarío, en pleno siglo XX y en un país desarrollado que supuestamente disfrutaba de una ciencia de vanguardia, los responsables de la sección de meteorología de la Ahnenerbe (*) opinaban que la “cosmogonía glacial” podía emplearse para hacer predicciones meteorológicas de largo alcance. De hecho, algunos estudiosos heterodoxos creen que cuando las tropas alemanas invadieron la URSS, la razón por la que no llevaban ropa de abrigo adecuada tenía que ver no solo con la confianza del Führer en que se alcanzaría una rápida victoria durante el verano sino también con la convicción, por parte de los jerarcas nazis, de que, llegado el caso, el invierno de 1941 sería muy suave, en línea con las predicciones Hörbigerianas. Por desgracia para ellos, ese invierno resultó ser uno de los más fríos que se habían registrado nunca en Rusia, por lo que, sea cual fuese el motivo de la negligencia, la falta de ropa de abrigo adecuada contribuyó en gran medida a una grave derrota de la Wehrmacht.
Aunque parezca increíble, las extrañas ideas de Hörbiger siguieron fascinando al mundo mucho después de terminar la Segunda Guerra Mundial. A raíz de una famosa encuesta llevada a cabo en 1953, el gran divulgador norteamericano Martin Gardner calculó que en esa fecha aún había más de un millón de discípulos del profeta austríaco en Alemania, Inglaterra y Estados Unidos. Con el paso del tiempo, esa cifra se ha reducido hasta un nivel residual, de modo que, afortunadamente, hoy en día la “cosmogonía glacial” no es más que otro recuerdo de una época en la que unos psicópatas iluminados hicieron dormir la razón y abrieron las puertas del infierno.

(*) Creada para el estudio de la historia de la raza aria, esta institución pseudocientífica adscrita a la Orden Negra se dedicaba a extravagantes actividades a lo largo del planeta. En una ocasión, se llegó a planificar una expedición a Bolivia para examinar ruinas que los estudiosos nazis atribuían a una raza de emigrantes nórdicos con millones de años de antigüedad…

jueves, 13 de febrero de 2014


La estela grabada mostrando la cuadrícula, las costas y la red fluvial
 

Un fantástico mapa de piedra

 
En China, en el siglo XII de nuestra era, alguien grabó sobre piedra un extraordinario mapa del celeste imperio que incluía una impactante representación de su red fluvial y sus costas. Con una precisión increíble para la época, sobre todo en lo referente a las longitudes geográficas y al detalle con el que se muestran los ríos y los afluentes, en particular el Huang He y el Yangtsé, el mapa parece estar centrado en destacar la red fluvial interior, dejando la costa, cuyos contornos son menos precisos y están mucho menos detallados, en un segundo plano. Este mapa, que mide aproximadamente 91 x 91 cm, presenta una serie de peculiaridades que lo convierten en uno de los más enigmáticos de la Edad Media.
En primer lugar, el propio nombre del mapa (Yu Ji Tu, “el mapa de los caminos de Yu”) plantea la cuestión del origen de sus fuentes, ya que hace referencia a Yu el Grande, un gobernante legendario que habría vivido hacia el 2100 A.C. al que se atribuye la inauguración del sistema dinástico chino y el control de las inundaciones a través del diseño e instalación de un sistema de irrigación y dragado, además de la utilización, junto a su padre, de una misteriosa sustancia mágica capaz de crecer y expandirse por sí sola. En línea con esto, el mapa parece hacer referencia a una China arcaica y mítica, cuya unificación contrasta con las innumerables disputas territoriales y dinásticas propias de la China medieval.
En segundo lugar, los detalles técnicos del mapa asombran por su extraño semblante moderno, que contrasta de manera chocante con la calidad de los mapas medievales occidentales contemporáneos e, incluso, con la de otras obras procedentes del celeste imperio. De hecho, estamos ante el primer mapa chino conocido que utiliza una cuadrícula, cada uno de cuyos cuadrados cubre unos 50 kilómetros, con una escala aproximada de 1:4.500.000.
Por último, surge la pregunta de cómo llegaron a adquirir los chinos un conocimiento tan detallado del sistema fluvial y de las costas de su país en pleno medievo, pues aunque acababan de inventar la brújula y contaban con gran cantidad de información geográfica acumulada a lo largo de los siglos, no está claro cómo pudieron precisar las longitudes correspondientes a una superficie tan extensa, salvo como consecuencia de un gran proyecto geográfico que conllevase muchos años e ingentes medios.
El hecho de que la estela grabada pueda ser usada para calcar el mapa sobre papel ha llevado a especular sobre la posibilidad de que fuese utilizado para imprimir copias cientos de años antes de que se inventara la imprenta en Europa. No obstante, no se han encontrado restos de tinta en el mapa y en la parte trasera de la estela hay grabado otro mapa de peor calidad, por lo que semejante uso resulta dudoso. Por su parte, y en la línea heterodoxa que siempre le caracterizó, en 1966 el profesor Charles Hapgood sugirió en su clásico libro Mapas de los antiguos reyes del mar que el Yu Ji Tu es en realidad una copia medieval de un mapa llevado a cabo hace miles de años por una civilización desaparecida mediante el empleo de instrumento avanzados y trigonometría esférica, algo de lo que no existe ningún indicio más allá de las propias especulaciones del profesor.

Más plausible parece la teoría de que el mapa pudo ser encargado por miembros de la dinastía Song, que gobernaba el imperio en la época en la que se grabó la estela, con objeto de mostrar la prosperidad que podría conllevar una China unificada, por supuesto bajo su mando. No en vano, unos años antes de la fecha más aceptada para la grabación del mapa, 1.137, los Song habían perdido el control sobre el norte del país, aunque hay indicios de que el mapa podría ser copia de uno algo anterior. También se ha sugerido que el Yu Ji Tu pudo haber sido utilizado para enseñar a los estudiantes la localización de los lugares descritos en el Yu Gong, parte de un clásico de la literatura china.

Para aquellos que sintáis curiosidad, el que en palabras del historiador de la ciencia china Joseph Needham es “la obra cartográfica más extraordinaria de su época en cualquier cultura”, se encuentra actualmente en el museo de estelas y esculturas de piedra de Xi’an, la ciudad que se levanta sobre las ruinas de Chang’an, la antigua capital del celeste imperio, cerca de la cual fue encontrado el célebre ejército de terracota.
 
¡Hasta la semana que viene!

viernes, 31 de enero de 2014

Corte del piso de mica tal como se halló originalmente
 

Destellos de mica en la “ciudad de los dioses”

A unos 50 kilómetros de Ciudad de México se encuentran las ruinas de la gigantesca ciudad prehispánica de Teotihuacán (en náhuatl: “el lugar donde fueron hechos los dioses”), que en sus tiempos de gloria, allá por el siglo V de nuestra era, pudo tener más de cien mil habitantes. Este extraordinario yacimiento arqueológico impresiona al visitante por el tamaño y magnificencia de sus edificaciones, que incluyen, entre otras, la enorme “Pirámide del Sol”, con un perímetro muy parecido al de la Gran Pirámide de Egipto (aunque menos de la mitad de alta), o la denominada “Calzada de los Muertos”, a cuyos lados se alinean los edificios.
 
Sin embargo, menos conocida es la presencia entre estas ruinas de cantidades ingentes de mica, esa clase de filosilicatos que forma láminas finas y flexibles, con un brillo nacarado intenso. Al parecer, este mineral era muy apreciado por las clases dirigentes de Teotihuacán, que lo importaban, a tenor de su composición química, de minas situadas en Monte Albán, a unos 10 kilómetros de Oaxaca. Se cree que la mica era transportada desde allí hasta la gran ciudad, donde se la almacenaba en grandes láminas, siendo después empleada en multitud de aplicaciones decorativas, desde fachadas o cenefas en edificios y rellenos en las pirámides hasta pinturas brillantes, estatuillas o incensarios, así como también en ofrendas rituales y ajuares de enterramientos.
 
Esta profusión en la utilización de la mica como material decorativo es ya curiosa de por sí, pues si bien en la antigüedad se ha descrito su uso por diversas culturas para la elaboración de cosméticos, medicamentos y otros propósitos, se han encontrado pocos lugares donde se emplease este material de modo frecuente, incluido el resto de México. Pero, además, en Teotihuacán existe un lugar, denominado “Grupo Viking” (*) o “Templo de la Mica”, donde en 1942 se encontraron unas enormes láminas de este mineral que cubrían cerca de 30 metros cuadrados de superficie. En palabras del arqueólogo Pedro Armillas: “En un patio interior del edificio, debajo de un piso y una capa de grava de 20 cm. de espesor se encontró una capa de láminas de mica en toda la extensión del patio mencionado (...) Un corte practicado en un ángulo mostró que existen dos capas semejantes superpuestas, separadas por otra de tierra de 6 cm. de espesor. El grueso de cada uno de las capas de mica es igualmente de 6 cm (...)”.
 
¿Para qué servían estas placas de mica? No pueden haber sido utilizadas a modo de suelo, ya que se encontraban debajo del mismo y no estaban adheridas a él, sino apiladas una sobre otra. Además la mica es muy delicada y no soportaría el tránsito de personas. Por otra parte, al estar ocultas en un patio interior, es obvio que las láminas de mica no tenían una función decorativa. Se ha propuesto la posibilidad de que se tratase de un almacén, pero ello suscita la cuestión de por qué entonces las placas estaban escondidas debajo de un piso de piedra cubriendo la totalidad de la superficie. También se ha sugerido que pudieron ser utilizadas a modo de aislante, dada la resistencia de la mica al calor, pero esta explicación es dudosa porque la piedra con la que está construida el recinto es de por si un aislante excelente, de modo que la mica no es necesaria en absoluto, sin contar con que no se han encontrado indicios de ninguna actividad que pudiese requerir un aislamiento especial.
 
Entonces, ¿cuál es la respuesta? Tal vez nunca la sepamos. Sea como fuere, con el colapso de  Teotihuacán el uso de la mica declinó hasta desvanecerse en las brumas de la historia. Otro ejemplo de una tecnología perdida, que en un tiempo y un lugar concretos tuvo gran importancia, pero de la que hoy en día tan solo quedan los mudos rescoldos que de vez en cuando brillan en algún museo o en las ruinas milenarias de la mítica “ciudad de los dioses”.
 
¡Hasta la semana que viene!
 
(*) El nombre procede de la Fundación Viking, que costeó las excavaciones en esta zona de la ciudad, a unos 300 metros al suroeste de la Pirámide del Sol, en la “Calzada de los Muertos”.

viernes, 17 de enero de 2014

Un meteorito célebre (**)

El meteorito marciano (c Nasa-Caltech)
 

Un meteorito célebre

 
El 7 de Agosto de 1996, el mundo se desayunaba con el siguiente titular en primera página del periódico New York Times: “Pruebas en un meteorito parecen mostrar antiguos indicios de vida en Marte”. Esta afirmación, junto con la correspondiente rueda de prensa organizada por la NASA y unas declaraciones de apoyo al descubrimiento por parte del mismísimo presidente Bill Clinton, convirtieron a una humilde roca procedente de Marte en el meteorito más famoso de la historia, el célebre ALH84001.

Encontrado en las colinas Alan Hills, en la Antártida (de ahí las iniciales ALH), este meteorito lleva más de 17 años siendo objeto de estudio por parte de laboratorios de todo el mundo, ha hecho fluir auténticos ríos de tinta y ha sido uno de los catalizadores principales del moderno auge de la astrobiología, la ciencia que intenta responder a la pregunta de si estamos o no solos en este gigantesco universo.
 
Que el ALH84001 procede de Marte está casi fuera de toda duda, ya que la composición de las trazas de gas atrapadas en la roca es idéntica a la de la atmósfera del  planeta rojo. Los estudios mediante radioisótopos han determinado que ALH se formó en Marte hace unos 4,500 millones de años, siendo impulsado al espacio por el impacto de un asteroide hace 16 millones de años y habiendo llegado a la Tierra hace unos 13,000.
Pero lo que hace extraordinario a este meteorito son las características de su interior. En primer lugar, contiene glóbulos de calcita (algo que revela que la roca ha sido expuesta en algún momento a la acción del agua) cuya composición en patrones de capas sucesivas es un rasgo que podría delatar un origen biológico. Además, estos glóbulos incluyen granos de magnetita y pirrotina, algo muy poco habitual en el caso de procesos no biológicos puesto que estos compuestos no se forman bajo las mismas circunstancias. En segundo lugar, hay cantidades apreciables de moléculas orgánicas complejas, tales como hidrocarburos aromáticos policíclicos y aminoácidos, que en la Tierra se producen a menudo como consecuencia de la degradación de moléculas biológicas, aunque no exclusivamente. En tercer lugar, se observan al microscopio unas estructuras con forma de salchicha muy parecidas a los fósiles de bacterias terrestres, aunque de un tamaño mucho más pequeño y que podrían ser otra cosa.
 
Los escépticos siempre han argumentado que cada una de estas características puede explicarse mediante mecanismos no biológicos, lo cual es totalmente cierto, y que el aceptar la existencia de vida extraterrestre requiere pruebas mucho más contundentes, pero los defensores de la hipótesis biológica aducen que la coincidencia de tantas propiedades inusuales es un magnífico ejemplo de la “navaja de Ockham” (*). Además, en los últimos años se han detectado otras extrañas características en la roca, como la presencia de cristales de magnetita en forma de collares cuya configuración es casi idéntica a la que producen ciertas bacterias sin que exista un mecanismo alternativo para explicarlo, aunque contienen defectos poco habituales en caso de haberse formado dentro de una célula.
 
¿Quién tiene razón? Es difícil de decir. La tecnología actual no permite llevar a cabo un  análisis a nivel molecular con el grado de precisión que permitiría dilucidar si las peculiaridades de ALH84001 son de origen biológico o, por el contrario, se trata de otra falsa alarma, por lo que todavía habrá que esperar. Entretanto, la comunidad científica se divide entre escépticos y creyentes (mayoritariamente los primeros), mientras que no cabe duda de que el famoso meteorito marciano ha proporcionado a la astrobiología un impulso solo comparable al del descubrimiento de los planetas extrasolares.
¡Hasta la semana que viene!
 
(*) Criterio según el cual, a igualdad de condiciones es más probable que sea cierta la hipótesis más sencilla para explicar un fenómeno. En el caso que nos ocupa, la hipótesis biológica explicaría todas las extrañas características del ALH84001, lo cual no sucede en el caso contrario, que requiere de la intervención de varios procesos diferentes para justificar todas sus peculiaridades.

(**) Esta entrada es una adaptación de parte de nuestro nuevo libro acerca de la búsqueda de vida extraterrestre.