A la izquierda las estrellas del Cinturón. A la derecha las pirámides de Gizeh
La "teoría" de la correlación de Orión
En 1989, en la
revista Discussions in Egyptology, el
ingeniero Robert Bauval adelantaba por primera vez una hipótesis que en la
década siguiente levantaría una gran polémica en el mundo de la arqueología. Desarrollada ampliamente por Bauval y su
amigo Alan Gilbert en el best seller The Orion Mystery, Unlocking the Secrets of
the Pyramids ("El Misterio de Orión, descubriendo los secretos de las
pirámides"), la llamada Teoría de la Correlación de Orión afirmaba la existencia
de una relación directa entre el emplazamiento de las tres grandes pirámides de
la meseta de Gizeh y la posición relativa de las tres estrellas principales del
cinturón de Orión: Alnitak, Alnilam y Mintaka.
Según Bauval y
Gilbert, los constructores de las pirámides intentaron deliberadamente plasmar sobre la Tierra una imagen de las
estrellas a las que el alma inmortal del faraón debía viajar. Para sustentar su
teoría, los heterodoxos autores aportaban como prueba principal el evidente
parecido visual entre la disposición de las pirámides respecto a la de las
estrellas pero, siendo conscientes de algunas ligeras diferencias, aseguraron
que la coincidencia perfecta se producía nada menos que en 10.500 a.C., momento
en que según Bauval las tres estrellas estuvieron alineadas en relación a la
Vía Láctea exactamente igual que las pirámides con respecto al Nilo. En su
libro, el ingeniero especulaba con que pudo ser en esa época cuando se concibió
el proyecto de las pirámides, que además formaría parte de un plan más
ambicioso que prácticamente incluía a todas las principales construcciones del
antiguo Egipto.
La "Teoría" de
la Correlación de Orión alcanzó gran repercusión en 1994, cuando la BBC emitió
el documental The Great Pyramid: Gateway
to the Stars, pero fue casi unánimemente rechazada por los especialistas.
Ciertamente Orión era una constelación bien conocida en el antiguo Egipto, que
ya aparece mencionada en los Textos de las Pirámides con el nombre de Sha y que estaba relacionada con el
dios Osiris, pero el problema no era únicamente la extravagante fecha propuesta
por Bauval y Gilbert, sino el hecho de que la posición de las pirámides tiene
otra explicación mucho mejor. Resulta que las pirámides están construidas a lo
largo del borde de un acantilado que va del noreste al sudoeste y cada una de
ellas está orientada hacia el norte, lo cual explica su disposición. Además, el
trabajo del famoso egiptólogo Mark Lehner sugiere que la ligera compensación de
la tercera pirámide (la de Micerinos) se debe a la alineación de las esquinas
que miran al sudoeste con el borde del acantilado.
Esto no
desvirtúa el hecho de que la orientación estelar era realmente importante para
los constructores de la meseta de Gizeh. De hecho, las tres pirámides están
orientadas hacia los puntos cardinales con mucha precisión, y cada vez hay más
egiptólogos que aceptan que los llamados “canales de ventilación” de la Gran
Pirámide, cuatro pequeños huecos de unos 20 cm que parten de las paredes de la
Cámara del Rey y de la llamada “Cámara de la Reina”, apuntan directamente a las
estrellas, algo que Bauval también señala como argumento a su favor. En concreto, las pequeñas aberturas estarían
alineadas con los puntos de culminación de las estrellas Sirio, Alnitak, Thuban
(en la constelación del Dragón, la estrella más cercana al polo norte en la
época del faraón Kéops) y Kochab, en la Osa Menor.
Pero el mayor
inconveniente de la hipótesis de Bauval, por atractiva que resulte, es que para
que la correlación encaje con cierta precisión (aunque no del todo, entre otras
cosas porque no está clara cuál era la posición del Nilo hace doce mil años)
tiene que retrasar el diseño de las pirámides hasta una fecha en la que no solo
faltaban milenios para que la civilización egipcia apareciese, sino que el
mundo se encontraba todavía en plena Edad de Piedra. Si los primitivos
habitantes de la zona soñaron con construir las pirámides ya en 10.500 a.C.,
¿cómo consiguieron mantener vivo el proyecto durante más de ocho mil años hasta
que a los faraones les dio por ejecutarlo? Más probable parece que los
arquitectos de la IV dinastía se congratulasen al comprobar que una vez
terminadas las tres pirámides de la meseta, junto con todo el complejo que las
rodea (no olvidemos las pequeñas pirámides, los templos y la esfinge) el
conjunto guardaba cierto parecido con la disposición de uno de sus grupos
favoritos de estrellas imperecederas. Esas a las que el faraón se marcharía una
vez se viese obligado a abandonar la Tierra.
¡Hasta pronto!
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