Algunos de los diseños de Haas
Cohetes renacentistas en la tierra de los vampiros
Una vez descartado el que se tratase de una falsificación,
la pregunta inmediata era quién fue el autor de semejante tratado de balística,
cuyos detalles se adelantaban en casi un siglo a la primera descripción hasta
entonces conocida de ese tipo de cohetes, que procedía de la Polonia de mediados
del siglo XVII. La respuesta sirvió para presentar al mundo la figura de Conrad
Rudolf Haas, un extraordinario ingeniero militar que trabajó para el ejército
imperial austriaco del sacro emperador romano.
Los orígenes de Haas están envueltos en un cierto aire de
misterio, ya que aunque probablemente nació cerca de Viena, no es segura su
nacionalidad (tal vez fuese austríaco, pero también pudo ser transilvano de
origen germano). Se sabe que era hijo de una familia acomodada, que a pesar del
interés del chico por la alquimia intentó que se hiciese médico. Sin embargo,
el joven Conrad se decantó por la carrera militar, sirviendo durante décadas en
el ejército del emperador Fernando I, hermano de Carlos V. En 1551, se trasladó a lo que hoy es Sibiu para
hacerse cargo del arsenal de la ciudad, convirtiéndolo rápidamente en uno de los
centros de tecnología militar de vanguardia más importantes de la época. Fue allí, trabajando como ingeniero jefe de
armamento, donde llevó a cabo muchos experimentos con diversos tipos de misiles
y donde se cree que completó el famoso manuscrito.
Escrito en alemán, el impresionante tratado contiene
detalles que resultan asombrosos, incluso para el nivel de un gran ingeniero
renacentista. Así, sus diseños, centrados en la combinación de las técnicas de
los fuegos artificiales con el armamento militar, no solo incluyen los
fundamentos de los cohetes de varias fases sino también la descripción de
mezclas de carburantes líquidos, de aletas en forma de ala delta y de toberas
en forma de campana. La sugerencia de utilizar propelentes basados en
compuestos de amonio en lugar de los habituales de salitre fue una genialidad
insólita para la época. Sus dibujos de cohetes de varias fases no son en
esencia muy distintos del aspecto de un moderno Titán o de un Saturno V, hasta
el punto de que puede decirse que Haas se adelantó en cientos de años a las
ideas de Robert Goddard, Konstantin Tsiolkovski o Hermann Oberth, por no mencionar
más que a algunos de los más destacados pioneros en el campo de la
astronáutica.
Algunos de los misiles de Haas fueron utilizados con éxito contra
las tropas turcas, por lo que, a pesar de su profesión y de su pasado como
oficial de la guardia imperial, el genial ingeniero puede que dudase del futuro
de la humanidad en caso de que se siguieran desarrollando armas de semejante
potencia. Quizá por eso escribiese, al final de su extraordinario tratado, las
siguientes palabras:
«Pero
mi consejo es más paz y que no haya guerra, dejando los rifles almacenados, de
modo que la bala no se dispare, y la pólvora no se queme ni se moje, para
que el príncipe conserve su dinero, y el jefe del arsenal su vida; este es el consejo
que da Conrad Haas .»
Por
desgracia, no consta que ni el emperador ni los príncipes de la tierra de los
vampiros le hiciesen el más mínimo caso.
¡Hasta
pronto!
Nota- Texto adaptado del libro del autor: Esto no estaba en mi libro de historia de la química
Nota- Texto adaptado del libro del autor: Esto no estaba en mi libro de historia de la química
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