Bertoldo el Negro: ¿El monje alquimista que nunca existió?
En un principio, la pólvora,
introducida en Europa por los árabes y los bizantinos durante el siglo XIII, solamente
se usaba para disparar metralla mediante tubos de madera, de un modo parecido
al que se utiliza hoy en día para los fuegos artificiales. Entonces, según la
tradición alemana, a principios o mediados del siglo XIV Bertoldo el Negro
(Bertholdus Niger o Berthold Schwarz), un monje alemán originario de Colonia o
Friburgo que practicaba la alquimia, habría experimentado con ella como
impelente para armas de mayor calibre y potencia, dando de esta forma el último
paso decisivo para el desarrollo de las armas de la artillería.
Bertoldo habría intentado obtener
oro a partir de salitre, azufre, plomo y
aceite, pero al no conseguirlo habría sustituido el plomo por carbón vegetal, pasando
a experimentar con los explosivos. Lo cierto es que los anales de la ciudad de
Gante mencionan el empleo de armas de fuego en Alemania en 1313, mientras que
el primer relato fidedigno de su utilización en combate por parte de militares
de origen germano procede de un asedio que tuvo lugar en el noreste de Italia
en 1331, todo lo cual daría credibilidad a la responsabilidad del
monje-alquimista.
Sin embargo, cuando se bucea un
poco en el tema todo resulta confuso. En primer lugar, los primeros escritos
conservados que atribuyen a Bertoldo el descubrimiento y aplicación de la
pólvora de forma independiente son ya del siglo XV, es decir, posteriores al
menos en varias décadas al supuesto monje alemán, no existiendo ninguna fuente
contemporánea al mismo. En segundo lugar, hay muchas discrepancias en las
fechas que se han sugerido para el supuesto descubrimiento, y que se extienden
a lo largo de casi todo el siglo XIV. Por otra parte, si bien algunos
investigadores identifican a Bertoldo con personajes históricos, como Bertold
von Lützelstetten o Konstantin Angeleisen (ejecutado en Praga por alquimista en
1388), otros muchos consideran que se trata de un personaje totalmente
ficticio. En este sentido, apuntan a que el sobrenombre “el negro” es una
referencia bien al color de su hábito, bien a la pólvora negra o a la práctica
de las “artes negras”, cuando no un símbolo de la llamada “preparación de las
tinieblas”, un legendario procedimiento empleado por los alquimistas
medievales.
Sea cual sea la verdad, conviene
recordar que el empleo de armas de fuego en combate por parte de los andalusíes
también está documentado en España desde mediados del siglo XIV, habiendo quien
sugiere que hay indicios de su presencia desde finales del siglo anterior.
¡Hasta la semana que viene!
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