jueves, 6 de junio de 2013

Equipo expedicionario de Marsh en 1870. Marsh es el del centro, con barba.

A tortas por los dinosaurios


Edward Drinker Cope (1840-1897) y Othniel Charles Marsh (1831-1899) fueron dos extraordinarios naturalistas. Pero también dos auténticos desaprensivos. En la segunda mitad del siglo XIX, llevaron su profunda animadversión personal al extremo de desencadenar una auténtica guerra que duró más de 30 años y que tuvo graves consecuencias para el desarrollo de la paleontología.
Su trayectoria profesional está íntimamente ligada a la “edad de oro” de dicha disciplina,  una época en la que en los Estados Unidos  se descubrieron y catalogaron la mayoría de las familias de dinosaurio conocidas, incluyendo los famosos Estegosaurio, Brontosaurio (ahora llamado Apatosaurio) y Alosaurio. Cope y Marsh tuvieron mucho que ver en este esfuerzo, ya que entre los dos catalogaron 136 especies de  dinosaurio, una cifra impresionante si tenemos en cuenta que con anterioridad  a su particular disputa se conocían menos de 10.
 
El problema es que ambos eruditos se odiaban terriblemente, entregándose a interminables peleas con objeto de desprestigiarse mutuamente. En su afán por superar y ningunear al contrario, no solamente criticaban ferozmente la calidad de los trabajos de su rival sino que intentaban entorpecerlos por todos los medios, incluyendo el robo, el soborno y la destrucción de materiales de gran valor científico. Por ejemplo, si uno de los dos se enteraba de que el otro estaba recibiendo materiales de un yacimiento, inmediatamente interfería enviando agentes que intentaban comprar a los trabajadores para su causa y no les importaba acumular huesos que no tenían tiempo de estudiar, o incluso eliminarlos, con tal de que no le llegasen a su enemigo.

Para ilustrar el odio que se profesaban, valga la siguiente anécdota: Una noche que Marsh pernoctaba en Fort Laramie (Wyoming) durante un viaje en el que transportaba una de las colecciones que había conseguido, un intruso entro en la pensión donde se encontraba y registró cuidadosamente las cajas. Después se marchó sin darse cuenta de que un testigo le estaba observando. A la mañana siguiente, el testigo fue a contarle a Marsh el incidente, a lo que este respondió: “Oh, lo había previsto. Ese era Cope. A él le gustan los cráneos, y todos los buenos cráneos que he conseguido esta temporada los he escondido en la estufa”.

Cuando la guerra de los dinosaurios, conocida en el mundo anglosajón como “The Bone Wars”, finalizó debido a la muerte natural de Cope, ambos paleontólogos se habían quedado completamente arruinados y, lo que es peor, a pesar de todas sus contribuciones habían conseguido enmarañar esta rama de la ciencia con conceptos y conclusiones erróneas que generaron confusión durante décadas.

¡Hasta la semana que viene!

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