Uno de los primeros modelos del gigantesco cañón "Gran Berta"
El molibdeno, el "Gran Berta" y el western de Colorado
En la larga
historia de los conflictos bélicos, hay muchos casos de anécdotas relacionadas
con el empleo repentino de una tecnología de nivel superior, pero posiblemente
ninguna sea tan pintoresca como la protagonizada por una oscura mina situada en
Bartlett Mountain, no lejos de Leadville, en Colorado, en tiempos de la Primera
Guerra Mundial.
El origen del
rocambolesco relato tiene que ver con las dificultades por las que a principios
del siglo XX atravesaba la industria debido al aumento del calibre de los
cañones. En efecto, a medida que este aumentaba, la cantidad de pólvora
requerida para dispararlos era tan grande que el calor que se desprendía era
suficiente para dañar paulatinamente la estructura del cañón hasta el punto de
hacerlo inutilizable. Los alemanes, en concreto, llegaron a emplear durante la
guerra monstruos como el “Gran Berta”, un gigantesco artefacto de más de 40
toneladas que disparaba enormes obuses de mil kilogramos y en los que el
problema del calor se tornaba acuciante.
Agobiados por el
asunto, los avispados teutones dieron con una vieja receta francesa, según la
cual si añadías molibdeno al acero la resistencia de éste al calor aumentaba. La
razón es que el molibdeno es un poderoso metal que no se funde a menos de
2.600º C, teniendo además la propiedad de aumentar la cohesión de los átomos de
hierro. De este modo, de cara a mejorar
el rendimiento y duración de los cañones la producción de acero al molibdeno
resultaba muy conveniente.
Pero el problema
es que apenas había molibdeno en Alemania, de modo que los germanos tuvieron
que dirigir sus miras hacia el único sitio en el mundo donde entonces se
producía en cantidades industriales: Bartlett Mountain. La historia minera del
lugar había comenzado durante el boom
de la explotación de la plata en 1879, pero aunque se habían encontrado grandes
cantidades de molibdenita (la principal mena del molibdeno), nadie se había
propuesto aprovecharlo en serio, dada la casi nula demanda del metal por aquel
entonces. Sin embargo, a comienzos de la Gran Guerra las técnicas de extracción
habían mejorado mucho, llamando la atención de los alemanes. Estos decidieron
crear una sucursal de la compañía Metallgesellschaft en Nueva York, bajo el
engañoso nombre de American Metal.
Debido a su neutralidad, el despistado gobierno
norteamericano no puso trabas en un principio a que la sucursal de patriótico
nombre enviase a uno de sus ejecutivos a intentar negociar el suministro de
molibdeno, sin reparar en que el directivo, de nombre Max Schott, era en
realidad un peligroso agente que se puso a reclutar sicarios con vistas a
apoderarse de toda la producción de la mina de Colorado. A partir de ese
momento, en Bartlett Mountain se pudo asistir en vivo a una especie de western que incluía pistoleros,
extorsiones y emboscadas, a consecuencia del cual el molibdeno era enviado
de forma masiva a Alemania sin que los americanos tomasen cartas en el asunto.
Sin embargo, en
el frente occidental los franceses y los ingleses terminaron por hacerse con
algunas piezas de artillería germanas fabricadas con el excelente acero al
molibdeno, con lo que uno puede imaginar su consternación al darse cuenta de
que el enemigo les estaba machacando con unos cañones construidos a base de una
materia prima que se encontraba en medio del territorio del que ya era su supuesto aliado. De este modo, y aunque la historia no ha registrado los gritos
e insultos que debieron escucharse en las cancillerías y embajadas desde Paris
hasta Washington, el caso es que los federales tomaron el control de la
situación, cerrando las instalaciones de la pintoresca American Metal y
acabando para siempre con sus actividades. La Clymax Molybdenum Company, por su
parte, reanudó la explotación de molibdenita en 1924, pero la historia nunca
volvió a concederle a la mina el protagonismo que había tenido antaño.
Y es que en la
guerra ya no puedes fiarte ni de tus aliados.
¡Hasta pronto!
Nota- Texto adaptado del libro del autor: Esto no estaba en mi libro de historia de la química
Nota- Texto adaptado del libro del autor: Esto no estaba en mi libro de historia de la química