Estátua de Agastya (izda.), sabio al que se atribuye el Agastya Samhita
Bulos, copias de recetas y ¿baterías eléctricas?
La cantidad de bulos
que circulan por internet como si se tratase de verdades incuestionables es
abrumadora, y quizá una de las áreas donde más se deja notar este hecho es en
esa pseudociencia que algunos llaman "arqueología fantástica".
¿Y eso en qué
consiste? Pues en inventarse supuestas anomalías históricas que apuntarían a
qué nuestros antepasados desarrollaron o recibieron de fuentes desconocidas
tecnologías extrañamente modernas. Y todo ello con vistas a ilustrar que en el
pasado de nuestro planeta habría habido civilizaciones pérdidas o visitas
extraterrestres que la ciencia "oficial" se empeña en negar.
El modus operandi
habitual de los que difunden estás cosas siempre es el mismo: se busca un
indicio supuestamente difícil de explicar, se le saca de contexto, se monta una
historia sugestiva y se repite una y otra vez, en la mayoría de los casos
simplemente copiando lo que ha dicho algún otro autor. Y, por supuesto,
rara vez se comprueban los hechos y se ignoran olímpicamente las pruebas que
desacreditan el bulo.
Uno de los casos más
flagrantes de un documento completamente falso, pero cuyo texto se repite
sistemáticamente en muchos de los libros y páginas web del ramo, es el de la
supuesta receta para fabricar baterías eléctricas que se encontraría en
un antiquísimo documento de la India, el Agastya Samhita. La traducción del pretendido texto en
sánscrito que circula por internet reza como sigue:
"Colocar una
plancha de cobre, bien limpia, en una vasija de barro, cubrirla con sulfato de
cobre y, luego, con serrín húmedo. Después de esto, poner una capa de mercurio
amalgamado con cinc, encima del serrín húmedo, para evitar la polarización. El
contacto producirá una energía conocida por el nombre de Mitra-Varuna. El agua
se escindirá por la acción de esta corriente en Pranavayu y Undanavayu. Se dice
que una cadena de cien vasijas de este tipo proporcionan una fuerza muy activa y
eficaz"
Esta traducción u
otras muy similares son las que aparecen en casi todas partes, aunque la mayoría
de los "copistas" (que simplemente se plagian los unos a los otros)
se olvidan de mencionar que el texto procede de un famoso libro escrito en 1971
por Andrew Thomas, We are not the first. En su libro, Thomas
asegura que personalmente oyó hablar de que este antiguo documento estaba
guardado en la "Biblioteca de los principes indios" en Ujjain, e
identifica Mitra-varuna con "cátodo-ánodo" y Pranavayu y Undanavayu con
hidrógeno y oxígeno, respectivamente.
¿Impresionante,
verdad? Sin embargo, los términos claramente "modernos" del texto
(polarización, por ejemplo) y el hecho de que el autor "oyese hablar"
de un documento, ya dan una pista acerca de que el asunto resulta de lo más sospechoso. Una
impresión que se refuerza cuando nos encontramos con una versión muy anterior
de la traducción al inglés, en este caso de 1927, atribuida al químico Vaman R.
Kokatnur, con un texto idéntico en casi todo, excepto en que en vez de las
palabras Pranavayu y Undanavayu se mencionan los gases "vital" y "up-faced", que más o menos son la traducción al inglés de las dos anteriores.
Pero Kokatnur, un
aficionado al sánscrito empeñado en demostrar que la alquimia la habían
inventado los hindúes en lugar de los egipcios, aseguraba haber encontrado el
texto en un manuscrito de 1550 que habría sido descubierto en "la librería
de un principe hindu en 1924, en Ujjain, India", una variante de lo que se dice en We are not the first.
Por tanto, todo
parece indicar que lo descrito por Thomas no es sino una copia algo modificada
de las declaraciones de Kokatnur. Pero, buceando un poco más, resulta que estas no son una
traducción, sino otra copia modificada de la interpretación, llevada a cabo en
1923 por parte del escritor Shri Parashuram Hari Thatte (un creyente en los
platillos volantes en la antigüedad) de la copia de la copia (si, dos veces) manuscrita de un
supuesto poema del Agastya Samhita encontrado en Ujjain. De modo que, en caso de
ser cierta la historia, hablamos de la interpretación de un poema cuyo
original no ha visto nadie.
Quizá por eso, y
aunque hay un buen número de textos de carácter místico-religioso diferentes
bautizados bajo el nombre de Agastya Samhita, no existe ninguno cuya traducción
moderna se parezca ni remotamente a lo dicho, por no mencionar que todos ellos
son del periodo medieval, y no de hace miles de años, como en muchos sitios se
asegura.
Y es que no hay más
que investigar un poco en serio para cargarse este tipo de bulos.
¡Hasta pronto!