Busto del emperador Tiberio
El vidrio irrompible que
hizo enfadar a Tiberio
El emperador romano Tiberio (el “divino”, según sus contemporáneos), era
conocido por su capacidad como comandante, pero también por sus perversiones
sexuales y por la dejación de funciones
de la que hizo gala a medida que avanzaba su gestión, hasta el punto de
retirarse a Capri delegando el gobierno en personajes como Macro o el
detestable Sejano. En palabras de Plinio el Viejo, “fue el más triste de los
hombres”, un oscuro gobernante refugiado en sí mismo que nunca quiso realmente
ser emperador.
Quizás la progresiva falta de interés de Tiberio por el buen gobierno y su
obsesión por proteger su entorno inmediato puedan explicar su comportamiento en
la anécdota que tanto Plinio como Petronio relatan al respecto de un genial
artesano que había descubierto la forma de elaborar un vidrio casi irrompible,
en la línea del Duralex® moderno. Según ambos escritores, este emprendedor de
nombre desconocido estaba tan orgulloso de su invento que las noticias llegaron
a la corte del emperador, quién hizo llamarle para que hiciese una
demostración. Una vez allí, delante de todos, el artesano dejó caer un hermoso
jarrón de cristal que transportaba, sin que el choque con el duro suelo de
mármol le ocasionara el menor daño. A los murmullos de asombro de la
concurrencia siguió la tranquila pregunta de Tiberio: ¿Alguien más conocía el
secreto de la elaboración? El orgulloso artesano contestó que no, seguramente
buscando el reconocimiento y la gloria, pero el despiadado emperador ordenó su
ejecución de inmediato. ¿El motivo? Tiberio contaba con una de las mejores
colecciones privadas de cristal de toda Roma, en una época en la que se
producían maravillosas obras maestras, tales como el célebre “vaso de
Portland”. Temeroso de que su colección de quebradizo cristal perdiese todo su
valor, el retraído emperador quiso que el artesano se llevase el secreto del
vidrio irrompible a la tumba.
A priori, podría parecer que la historia es de dudosa veracidad, sobre todo
teniendo en cuenta lo mal que les caía Tiberio a Plinio y a Petronio. Sin
embargo, los detalles que proporcionan ambos historiadores hacen pensar que el
artesano, quizá por casualidad, llegó a utilizar arena u otro tipo de
sedimentos con un alto contenido de borato sódico, más conocido como bórax, el
componente fundamental de los vidrios irrompibles. En efecto, según estos
escritores se trataba de un vitrium
flexible hecho de martiolum, un
material que para nosotros es desconocido, pero cuyo nombre puede derivarse de
Maremma, una región de la Toscana donde había grandes depósitos de bórax. Estos
depósitos fueron explotados durante el siglo XIX, dando como resultado que
Italia fuese el primer productor mundial de esta sustancia durante más de
treinta años. Por tanto, el vidriero pudo haber recogido material que estuviese
alrededor de las aguas estancadas o fuentes de vapor de la región y cuya
adición al vidrio habría producido el efecto relatado.
Sea cual sea la verdad, el secreto del desdichado artesano murió con él, y
el vidrio irrompible desapareció de la faz de la Tierra y de la memoria de los
hombres durante más de dieciocho siglos, hasta que hacia 1880 fue descubierto
(o más bien “redescubierto”, si la historia de Tiberio es cierta)
por tres alemanes, comenzando a ser comercializado con el nombre de Pyrex. Así,
finalmente, resucitó el vidrio irrompible, esa sustancia milagrosa resistente a
los golpes y a los cambios bruscos de temperatura que un buen día llegase a
crear un humilde artesano romano y que el mundo se perdió durante siglos por
culpa del carácter amargado de un sombrío emperador celoso de preservar su
fortuna.
¡Hasta pronto!Nota- Texto adaptado del libro del autor: Esto no estaba en mi libro de historia de la química